domingo, 14 de febrero de 2016

EL EGO ES UNA TONTERÍA SUPINA

El hombre siente tanto miedo hacia la muerte, tanto repudio y rechazo, que intenta por todos los medios a su alcance mitigar dicho miedo y dicha angustia que le provoca la incertidumbre ante lo que pudiere ocurrir tras el desenlace fatídico. La obsesión por el éxito, por ser el mejor, el triunfador, no es sino un intento estéril por parte del ego de fortalecerse ante la muerte. No obstante, ocurre lo que siempre ocurre con el hombre: dicho éxito, dichos triunfos que encumbran al ego ante la sociedad no ocasionan sino que el hombre tenga más miedo a la muerte, incrementa su vértigo a la caída al precipicio fatal cuanto más se eleva el ego inflado por los éxitos y triunfos sin fin. El ego es un globo que se infla y se infla por miedo al abismo que está por debajo de esa cuerda floja en la que tiene que transitar (tránsito, ya lo hemos dicho, que llamamos vida), tanto miedo tiene el ego en su funambulismo vital, que intenta elevarse lo más posible (muchas veces necesita pisotear a los demás para que funjan como escalones de una escalera absurda que conduce hacia ninguna parte), el problema es que cuanto más se eleva, tanto más vértigo siente hacia la caída; cuanto más se infla este globo al que llamamos ego, tanto más pánico genera de romperse y precipitarse hacia el vacío. La obsesión por el éxito no es sino miedo a la muerte, y nada más.
Paradójicamente, este éxito ocasiona que el hombre tenga más miedo y sienta una mayor frustración hacia el colapso absoluto de su ego, puesto que considera que la muerte es una injusticia perpetrada contra su ego tan grandioso. ¿Cómo voy a morirme yo que soy el mejor en esta o en aquella bobería? ¿Cómo voy a morirme yo, cómo va a desaparecer este ego tan fantástico que tengo? Pues sí, ese ego tan fantástico perece y desaparece al igual que se muere una rosa y se marchitan sus pétalos, al igual que perece una insignificante mosca. ¿Se echa de ver ya en cuántas estupideces incurre eso que llamamos ego en su afán de mitigar el miedo a la muerte?
El hombre infla su ego por miedo a la muerte, para ello pisotea a los demás, para ello necesita de la opinión de los demás, necesita de los halagos de los demás (como los adolescentes que necesitan sentirse aceptados por los demás para construir su personalidad, esos adolescentes que se transforman en hombres por medio de un proceso lastimoso que ocasiona la conciencia de la muerte); el hombre necesita que los demás lo aceptan, que le brinden una admiración desmedida, que reconozcan sus cualidades y sus talentos, que los ponderen con entusiasmo, el hombre necesita que las mujeres lo amen, lo idolatren (la aquiescencia de cada mujer a los requiebros sexuales de un donjuán no es sino el aire que infla el globo del ego del mujeriego); he aquí el circo que ha montado la conciencia para paliar su angustia tan terrible hacia la incertidumbre de la muerte, he aquí el circo surrealista que la conciencia necesita ensamblar para mitigar un poco el miedo a la muerte. No inflemos a ese globo que se llama ego pues cuanto más se infla y más se eleva, tanto más miedo tiene de desinflarse y de precipitarse al vacío. El ego es una tontería supina. La conciencia es la loca de la casa.



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